Mateo 6:34

El algún lugar de la Costa Blanca.
A 19 de marzo del 2020. Jueves. Hoy viajé hasta Valencia. Salí temprano, más o menos a la hora del orto; aunque no puede decirse con rigurosidad que el Sol saliera, el día amaneció encapotado y deliciosamente lluvioso. Antes de engullir uno de mis habituales desayunos (tan criticados por muchos por los excesos que implican) salí al campo y alcé la cara, dejando que la lluvia se deslizara por mi rostro y cuello, y sonreí. Nada es más alegre y revitalizador que la lluvia, siempre me trae felicidad.

Mar adentro

Atardecía en la playa. Era la hora dorada, ese momento mágico en el que la luz parece más intensa e inunda el ambiente con tonalidades cálidas y doradas; un ambiente que permanecía agradablemente templado a pesar de la brisa que agitaba los cabellos, camisas y blusas del grupo de amigos.

De Amberes a Santander

El Navegante observa las operaciones de carga en Amberes.

Observé sus cubiertas, por donde no hace mucho corrieron marineros y piratas entre gritos y disparos; cubiertas ahora tranquilas en las que antaño se vivieron momentos dramáticos. Nadie lo diría. Cuántas historias extraordinarias, dramáticas o asombrosas se ocultan a menudo tras los rostros impasibles de las personas. De cuántos sucesos insólitos, trágicos o fascinantes, son mudos testigos los barcos (...)

Stat rosa pristina nomine…

A bordo del Cabo Cee, fondeados en la rada de Setúbal.
A 20 de febrero del 2012. Lunes.

    Estamos fondeados de nuevo en la rada de Setúbal. Tras la comida me tumbé a echar una siesta. El sueño fue profundo. Tras una hora de reposo el despertador me devolvió al mundo al toque de Ganando barlovento. Me estiré y desperecé, mirando al techo y abandonándome un rato a mis pensamientos. El barco estaba inmóvil, anclado en el resguardado estuario.

Otoño

El Mistral encrespa la Mar

A bordo del Lola, en la Mar; en los 41º 03’N y 002º 37’E.
A 18 de septiembre del 2011. Domingo.

Guardia de alba. El minutero del reloj de bitácora marca poco más de las cuatro y cuarto de la madrugada. Tras gobernar a un solitario buque que venía de vuelta encontrada fui cayendo de nuevo a babor para volver a nuestro rumbo de viaje. Nos cruzamos con el pequeño carguero a unos escasos siete cables, babor con babor. Sus faroles de navegación, indicando su posición y rumbo -rojo y verde los laterales, blancos los topes y alcance- se distinguían con nitidez sobre la negra silueta que se perfilaba en el obscuro horizonte.

Luces en el fondeadero

La consola del timonel, en el puente. Al fondo la línea de luces de la costa, en la que destaca en destello del faro de Chipiona.

A bordo del Reyes V, fondeados.

En los 36º 49,8’ de latitud norte, 006º 33,7’ de longitud oeste

A 11 de marzo del 2011. Viernes.

Hace un rato que tomé la guardia nocturna. Otro día más fondeados frente al río Guadalquivir, el río grande de los moros, a espera de órdenes. Todo parecía indicar que levaríamos anclas hoy viernes para remontar el río hasta Sevilla, pero finalmente no será hasta mañana... si no hay nuevas sorpresas.