A bordo del Cabo Cee, en Setúbal. Abril del 2012. Recibimos la orden de levar anclas y procedimos a puerto, atracando en el muelle de Setúbal a media tarde. A eso de las ocho y pico, recién acabados los trámites y papeleos de la llegada a puerto, el capitán y el jefe de máquinas me propusieron salir a dar una vuelta con ellos. «A tomar un vino» fue lo que literalmente dijeron. Y remarcaron. Y realmente parecían convencidos de ello.
El agente indecente
