Nodens

Dejando atrás la orilla azul me adentré entre las dunas salpicadas de flora mediterránea, juncos y pelotas marrones de posidonia que la Mar ha arrojado a tierra. Advertí entonces una presencia inesperada por el rabillo del ojo y levanté la vista del libro. Y allí lo vi. O nos vimos. Lo miré. Él me miró. Se detuvo. Yo me detuve. Lo saludé. Él me saludo. Seguí mi camino entre las dunas, y él me acompañó.

Mateo 6:34

El algún lugar de la Costa Blanca.
A 19 de marzo del 2020. Jueves. Hoy viajé hasta Valencia. Salí temprano, más o menos a la hora del orto; aunque no puede decirse con rigurosidad que el Sol saliera, el día amaneció encapotado y deliciosamente lluvioso. Antes de engullir uno de mis habituales desayunos (tan criticados por muchos por los excesos que implican) salí al campo y alcé la cara, dejando que la lluvia se deslizara por mi rostro y cuello, y sonreí. Nada es más alegre y revitalizador que la lluvia, siempre me trae felicidad.

La patria de un nómada

A bordo, en el Estuario del Támesis.
Octubre del 2017.

- ¡Firme a proa!- la voz rasgada de Tom llegó al puente a través de la radio.

- Thank you Mr. Owen- le respondí, antes de retransmitir la novedad a través del aparato de VHF al inmenso buque portacontenedores que estábamos a punto de sacar de puerto: -Firme remolque a popa, práctico-.

Las últimas amarras del inmenso buque portacontenedores caían en ese momento a las turbias aguas del Estuario del Támesis antes de ser rápidamente viradas a bordo por los diminutos tripulantes filipinos, y ...

Historias tras los libros

Libro. No estoy seguro de que exista alguna palabra que contenga un significado tan amplio, que abarque tantas cosas, que promueva ideas y recuerdos tan variados y dispares como la palabra libro.

Ferrocarriles, turistas y viajeros

Viajando en el ferrocarril, de Valencia a Santiago de Compostela. A 5 de mayo del 2013. Domingo.     De nuevo de viaje. A pesar de lo mucho que añoro estar en el hogar cuando vago por este mundo, ya sea recorriendo su tierra o navegando sus mares, admito que me encanta viajar. No sólo … Continúa leyendo Ferrocarriles, turistas y viajeros

Un reencuentro en Ceuta y el asombroso Dynamogracht

En el preciso instante en el que tecleaba el punto y final (cómo adoro los puntos finales -a pesar de que luego raras veces lo son-) el barco escoró pronunciadamente, casi tanto como para alarmarse uno, y con la subsiguiente escora a la banda contraria -no menos pronunciada- un libro se deslizó del anaquel en el que estaba estibado y me cayó en la cabeza. La República de Platón, nada más y nada menos.

El paquete misterioso

Acerqué la silla y me senté en ella, observando el paquete misterioso con curiosidad. Y ahí está, ante mí, con su aura de misterio, envuelto en papel de estraza, como antiguamente. Mis señas, escritas a mano con bolígrafo.

Las cosas viejas

A bordo del Cabo Cee, en la Mar, en los 35º 40N 007º 52W.
A 30 de febrero del 2012. Jueves.

   Es una noche obscura, sin luna, y el cielo está absolutamente encapotado. La Mar, fuerte marejada, nos pega justo de través y hace balancear el barco acusadamente.

Meditaciones.

Un marinero pesca desde toldilla al amanecer.

Navegamos frente a las costas lusitanas, ya rebasados los cuarenta y un grados de latitud norte. El tiempo continúa inusual y sospechosamente tranquilo para esta época del año, el Océano Atlántico Norte en invierno suele estar agitado y bravo. Llevamos tiempo navegando en bonanza, desde que embarqué hace más de tres meses; pero tarde o temprano tendremos que volver a vérnoslas con alguna tempestad. Si tras la tempestad siempre viene la calma, es igual de cierto que tras ésta siempre vuelve la tempestad.

Stat rosa pristina nomine…

A bordo del Cabo Cee, fondeados en la rada de Setúbal.
A 20 de febrero del 2012. Lunes.

    Estamos fondeados de nuevo en la rada de Setúbal. Tras la comida me tumbé a echar una siesta. El sueño fue profundo. Tras una hora de reposo el despertador me devolvió al mundo al toque de Ganando barlovento. Me estiré y desperecé, mirando al techo y abandonándome un rato a mis pensamientos. El barco estaba inmóvil, anclado en el resguardado estuario.