Hace algo más de diez días zarpamos del puerto africano y arrumbamos al Norte, en demanda de La Coruña. Durante la tarde de la primera singladura, rebasados los 32º de latitud Norte, el viento arreció y fue refrescando hasta alcanzar fuerza ocho. El bóreas soplaba y levantaba las olas que barrían la cubierta, el Cabo Cee ascendía y descendía encapillando golpes de mar y las tapas de las bodegas crujían y rechinaban con la torsión del buque, sonido que resonaba entre cavernoso y estridente en el interior de las lóbregas bodegas... pues ahí me encontraba yo, con el contramaestre y los marineros...
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